Kafka y Felice: la relación epistolar que inspiró «El proceso» y cambió la literatura
Una conferencia de la Fundación March revela cómo Franz Kafka transformó su ruptura sentimental con Felice Bauer en una de las obras más influyentes del siglo XX

El universo personal de Franz Kafka, plagado de contradicciones y temores, fue el combustible que alimentó algunas de las obras más influyentes de la literatura universal. Entre sus creaciones más emblemáticas destaca El proceso, una novela que nació tras el dramático "juicio" que puso fin a su compromiso matrimonial con Felice Bauer. Este episodio, revelado durante una conferencia de la Fundación March, constituye uno de los casos más fascinantes de cómo una experiencia personal puede transmutarse en arte universal.
La relación entre Kafka y Felice fue tan intensa como epistolar. Durante dos años, mantenida principalmente a través de cartas —a veces dos diarias—, apenas se vieron personalmente en tres ocasiones. En sus misivas, Kafka no ocultaba su compleja personalidad: «Me torturo con mis cartas amor mío, pero más te torturaría si me vieras en persona», le confesaba. Mientras ella soñaba con un matrimonio convencional, él fantaseaba con encerrarse «en lo más profundo de un gran sótano» para escribir, advirtiendo a su prometida que para crear literatura necesitaba «aislarse no como un ermitaño, sino como un muerto».
El punto de inflexión llegó cuando Felice pidió a su amiga Grete Bloch que viajara a Praga para evaluar las verdaderas intenciones de Kafka como futuro esposo. El escritor, paradójicamente, comenzó a mantener correspondencia también con Grete, revelándole dudas que ocultaba a Felice. Estas cartas acabaron siendo determinantes: Grete mostró a Felice los pasajes donde Kafka expresaba sus temores sobre el matrimonio. El 12 de julio de 1914, apenas seis semanas después de su compromiso formal, Felice convocó a Kafka a un "tribunal" en el Hotel Askanischer Hof de Berlín, donde, ante testigos, rompió el compromiso.
Esta ruptura, lejos de hundirle, desencadenó una explosión creativa. Hacia el 11 de agosto de 1914, Kafka comenzó a escribir El proceso, la historia de Joseph K., un hombre detenido y procesado por un delito que nunca se revela. La primera frase de la novela —«Alguien tuvo que haber calumniado a Joseph K., pues sin que hubiera hecho algo malo, fue detenido una mañana»— resuena como un eco del propio "juicio" de Kafka. Como él mismo confesó a Gustav Janouch: «Las cadenas de la atormentada humanidad están hechas de papel de oficina».
La metamorfosis de Kafka no se limitó a convertir su experiencia personal en literatura, sino que transformó la manera en que entendemos el mundo contemporáneo. Tanto El proceso como En la colonia penitenciaria (otro relato escrito en este periodo) fueron interpretados posteriormente como premoniciones de los regímenes totalitarios del siglo XX. De hecho, fue en Francia donde se acuñó por primera vez el adjetivo "kafkiano" tras la publicación de El proceso en 1933, para describir situaciones burocráticas absurdas, angustiosas y paradójicamente cómicas.
El legado literario de Kafka se forjó, paradójicamente, en el fracaso de su vida personal. Mientras los manuscritos inacabados que dejó a su muerte —y que pidió que fueran destruidos— se convertían en obras maestras gracias a la desobediencia de su amigo Max Brod, queda para la reflexión su confesión a Felice: «No tengo ningún interés literario, sino que yo mismo consisto en literatura, no soy ni puedo ser otra cosa». El escritor que convirtió su propia existencia en materia narrativa culminó así la transformación definitiva: la de hombre atormentado a genio inmortal de las letras.
El presente contenido ha sido elaborado íntegramente por Alighieria, el software para procesos editoriales que simplifica la creación, revisión y publicación de textos. Si quieres conocer más o pedir una prueba, solo tienes que hacer clic aquí.