Afonso Ribas, director de Laiovento: «Trabajamos para que el gallego se utilice en todas las ramas del conocimiento y para que nuestros paisanos puedan expresarse sin complejos»
Laiovento: independencia, lengua y pensamiento crítico desde Galicia

Treinta y cinco años después de su fundación, Edicións Laiovento sigue siendo una anomalía luminosa: un proyecto editorial nacido para impulsar un pensamiento propio desde Galicia, resistente a las modas, las presiones políticas y las inercias del mercado. Afonso Ribas, su director, habla sin rodeos sobre independencia, lengua, memoria, militancia cultural y la obstinación de mantener un sello que ha publicado obras que, de otro modo, nunca habrían visto la luz. Una conversación sobre rigor, identidad y supervivencia en un ecosistema editorial raquítico pero intelectualmente vibrante.
Para ponernos en contexto: ¿cómo y cuándo nace Laiovento y con qué propósito, y cómo ha evolucionado desde entonces?
Edicións Laiovento se constituye como sociedad mercantil en Pontevedra el 17 de diciembre de 1990, ante el notario César Cunqueiro. Desde sus inicios, la editorial se propuso contribuir, desde una perspectiva progresista, plural y abierta, a la construcción nacional de Galicia. Apostamos por la libertad intelectual y artística, lejos de censuras o trabas, guiándonos únicamente por la calidad estética y el rigor científico. Treinta y cinco años después, seguimos fieles a esa idea fundacional. Las colecciones se mantienen, aunque en 2014 incorporamos Ventoalto-Poesía, una línea dedicada exclusivamente a la creación poética.
¿Cuál ha sido tu trayectoria profesional y cómo llegaste a formar parte de Laiovento? ¿Qué consideras tu principal fortaleza como editor?
Cuando se fundó Laiovento, yo era director asociado de la consultoría Unipro, donde también dirigía la revista Análise Empresarial, publicada en gallego. Mi vínculo con los otros fundadores venía de antes, cuando puse en marcha Teima (Revista Galega de Información Xeral), en los últimos estertores de la dictadura. Como editor, creo que mi mayor fortaleza es la combinación de organización e imaginación. Cada libro lo trato como si fuera el primero, siempre hay algo que mejorar. Me guía la idea de Eduardo Galeano sobre la utopía: sirve para caminar, aunque nunca se alcance. ¿Cuáles han sido los hitos más representativos en la historia de Laiovento? Sin duda, la revolución tecnológica: la evolución de las herramientas informáticas y la impresión digital han transformado el oficio editorial de forma extraordinaria en muy pocos años.
¿Qué define la personalidad de Laiovento y qué características debe tener un libro para ser publicado por el sello?
Laiovento se caracteriza por su compromiso ecológico —todos nuestros libros ya se imprimen bajo criterios sostenibles— y por su exigencia lingüística y estética. Aún enfrentamos retos: algunos autores entregan manuscritos sin finalizar, como si aún estuviéramos en la era de las galeradas. Además, recibimos propuestas con un gallego espontáneo pero deficiente, que no sirve para la comunicación literaria. Hablar gallego no implica saber escribirlo. Los poetas, en general, son los más cuidadosos.
Mantener un proyecto independiente durante tantos años en Galicia no debe ser fácil. ¿Cuáles han sido las claves para la continuidad de Laiovento?
La generosidad de los fundadores —ninguno recibe retribución— y de los autores que confían en nosotros. Hemos realizado tres ampliaciones de capital en 35 años, y ajustamos las tiradas a la demanda real, combinando impresión bajo demanda (IBD) con PoD.
¿Cómo se posiciona Laiovento frente a las grandes dinámicas del sector editorial — concentración, globalización, plataformas digitales?
En Galicia hay un consejo marinero que resume nuestra actitud: “Non meter o barco nas pedras”. En las piedras hay más pesca, pero también más peligro. Preferimos navegar con cautela, sin renunciar a nuestra identidad.
¿Qué importancia tiene el proyecto intelectual y cuánto tiempo dedicas al aspecto empresarial de la editorial?
En nuestra página de créditos figura una advertencia: “En tanto no se alcance un consenso normativo para la lengua gallega, Edicións Laiovento respetará la elección ortográfica de cada autor”. Esto responde a una realidad histórica: muchos escritores no podían publicar si no se sometían a la norma isolacionista que pretendía aislar el gallego de su lengua hermana, el portugués. Nos rebelamos contra ese disparate, aunque ello nos excluyera de las ayudas institucionales. Hoy, ya jubilado, dedico a Laiovento todo mi tiempo, de domingo a domingo.
¿Qué títulos recientes consideras que expresan la vitalidad intelectual gallega actual?
Muchos de los libros que hemos publicado no habrían visto la luz sin Laiovento. Por citar algunos: O Don Hamlet de Cunqueiro, de Luísa Villalta Gramática Histórica Galega I e II, de Manuel Ferreiro O atraso económico de Galiza, de Xosé Manuel Beiras. Lingua galega: normalidade e conflito, de Xosé R. Freixeiro Mato. Conflito lingüístico e ideoloxía na Galiza, de Francisco Rodríguez. Fausto, de Goethe, traducido en verso por Lois Tobío. Retrato do colonizado, de Albert Memmi, traducido por Claudio López Garrido. Unha historia da arte galega, de Carlos L. Bernárdez. 55 mentiras sobre a lingua galega, de X.H. Costas González Manifiestos das vangardas europeas (1909–1945), de Xesús González Gómez. Terra a nossa!, de Antom Santos Arredor de Castelao no século XXI, de Ma Pilar García Negro.
¿Qué define la cultura gallega frente al resto de la península?
Galicia fue el primer estado medieval de Europa con el Reino Suevo en el año 409. En Gallaecia nació la primera lengua romance peninsular, junto con la poesía trovadoresca. Nuestra historia ha sido sistemáticamente silenciada desde la derrota de Pedro I, el Justiciero, en Montiel (1369). Galicia, aliada del rey legítimo, sufrió la eliminación de su clase dirigente y entró en un largo período de decadencia: os séculos escuros.
¿Cuáles han sido los momentos más difíciles para la editorial y cómo los habéis superado?
El más duro fue la llegada de Alberto Núñez Feijóo al gobierno de la Xunta. Nadie imaginaba que un gobernante pudiera causar tanto daño: desde la liquidación de nuestras cajas de ahorro hasta reformas regresivas en educación y cultura. Fue un cipayo al servicio de intereses ajenos a Galicia.
¿Qué papel juega Laiovento en el fortalecimiento de la lengua gallega y en la construcción de un pensamiento propio desde Galicia?
Laiovento trabaja para que el gallego se utilice en todas las ramas del conocimiento y para que nuestros paisanos puedan expresarse sin complejos. Combatimos el autoodio sembrado por los colonizadores, sin supremacismo ni exclusión, pero con firmeza en la defensa de nuestra cultura. Como decía Gramsci: pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad.
¿Cómo describirías el tejido intelectual y editorial gallego?
La intelectualidad gallega es, en su mayoría, de gran valía. Aunque también existe una minoría mendicante y apesadumbrada. El sector editorial está muy atomizado, con un mercado raquítico: solo el 5% de los libros que se compran están en gallego. En la Asociación Galega de Editoras somos cerca de 50 sellos.
Si tuvieras que condensar el espíritu de Laiovento en una sola frase para alguien que nunca ha oído hablar de la editorial, ¿cuál sería?
Edicións Laiovento: un sello que apuesta por la lengua gallega, la crítica e la transformación social.