«Escribir no es un trabajo, es un deseo»: Christine Angot desvela los secretos de la vida literaria
La aclamada autora francesa revela las tensiones entre la vida literaria y social en una reciente entrevista con Frédéric Beigbeder

Hace más de 30 años, Christine Angot y Frédéric Beigbeder publicaron sus primeras novelas casi simultáneamente. Tras décadas de una relación compleja, ambos escritores se reencuentran ahora con la sabiduría que solo el tiempo otorga. En una conversación para el programa "Conversations chez Lapérouse", Angot presenta su libro La nuit sur commande, publicado por Stock, una obra que comenzó como un encargo —pasar una noche en un museo y escribir sobre ello— y terminó convirtiéndose en unas memorias cautivadoras que recorren su vida desde su infancia en Châteauroux hasta su consagración literaria.
«Écrire n'est pas un travail. C'est un désir», afirma Angot, estableciendo una distinción fundamental que atraviesa toda su obra. La escritura para ella no es una actividad que pueda realizarse por encargo, sino que surge de una necesidad interior. Este principio explica por qué, frente a la propuesta editorial de escribir sobre una noche en un museo, Angot terminó desobedeciendo parcialmente las instrucciones para crear algo mucho más personal y significativo. «No elegí desobedecer, simplemente hice lo que pude con mis propias posibilidades», explica la autora, describiendo cómo su cuerpo, que prefiere acostarse temprano, no era compatible con la idea romántica de pasar una noche en vela en un espacio cultural.
Uno de los aspectos más reveladores de la conversación surge cuando Angot reflexiona sobre la extraña posición del escritor en ambientes sociales elitistas. «Me pregunto si en esos contextos soy la única extraterrestre o si es una cena de extraterrestres», comenta con agudeza sobre los círculos artísticos y sociales que describe en su libro. La autora señala la hipocresía de un sistema donde los escritores son invitados y admirados por su prestigio cultural, pero donde el dinero establece jerarquías invisibles. «La cuestión del dinero no ha desaparecido. No solo no ha desaparecido, sino que introduce niveles. Hay quienes tienen ciertas posibilidades y otros que no las tienen», observa Angot, comparando los ingresos modestos de los escritores con las fortunas de algunos artistas contemporáneos.
Resulta particularmente interesante su visión sobre la dualidad del escritor. «Cuando escribimos, podemos ser dos personas diferentes. La que está frente al ordenador unas horas al día no es la misma que está aquí sentada», explica, revelando cómo la persona social y la persona que escribe son entidades distintas aunque amigas. Esta escisión necesaria permite a Angot moverse entre mundos aparentemente incompatibles: el de la creación literaria, solitario e íntimo, y el social, donde la literatura se convierte paradójicamente en un atributo que fascina a cierta clase social.
Angot también aborda su rol pionero en hablar sobre el incesto en la literatura francesa, tema que trató en su controvertida novela L'inceste (1999), casi dos décadas antes del movimiento #MeToo. Sin embargo, rechaza ser considerada una precursora: «Si hubiéramos tenido que contar conmigo para que se modificara la ley, habríamos podido esperar mucho tiempo». Para Angot, existe una diferencia fundamental entre escribir y decir: «Lo escrito es escrito pero no es dicho. A partir del momento en que no está dicho, se puede hacer como si no existiera, no entra en lo social de la misma manera». Esta distinción refleja su ambivalencia hacia el papel testimonial que a veces se le ha atribuido, reafirmando su convicción más profunda: «No tengo confianza en la realidad. Solo confío en la literatura».
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